
Por Público. 26 de enero 2021 17:15
Un triunfo para la concejala de Justicia Social del Ayuntamiento de Palma de Mallorca, la expolicía Sonia Vivas, y también para el colectivo LGTB, después del infierno vivido por ser lesbiana en la Policía Local de Palma. El Tribunal Supremo confirma las condenas de cárcel por coacciones y denuncia falsa para dos agentes. El de mayor condena, cuatro años y dos meses, deberá ingresar en prisión.
El final del calvario de Sonia Vivas, concejala de Justicia Social, Feminismo y LGTBI del Ayuntamiento de Palma de Mallorca, está cada vez más cerca gracias a la sentencia del Tribunal Supremo, a la que ha tenido acceso Público, que le da la razón respecto al infierno que ha tenido que vivir en el seno de la Policía Local de la capital balear. Activista feminista y denunciante de corrupción, esta mujer de 42 años, nacida en Vall d´Hebron, Barcelona, pero instalada en Mallorca desde los 18 años, ha pagado un precio muy alto por cumplir su sueño de ser policía. “Era mi vocación”, dice. Pero ser lesbiana y policía no cuadraba con la mentalidad retrógrada, homófoba y violenta de algunos compañeros, en concreto, dos. El Supremo confirma las penas de prisión de cuatro años y dos meses para Rafael Puigrós por los delitos de coacciones, denuncia falsa y falso testimonio; y de dos años para Alberto Juan Llaneras por un delito de coacciones. El asunto no es menor: por la cuantía de la pena, al menos, Puigrós deberá ingresar en prisión, según informan fuentes judiciales. Ambos habían estado tres meses en la cárcel por esta causa, entre diciembre de 2016 y marzo de 2017. “Es la primera vez en España que un policía va a entrar en prisión por homofobia”, dice Vivas.
Sin embargo, la sentencia, de la que ha sido ponente la magistrada Carmen Lamela, deja sin efecto la inhabilitación especial para el empleo de policía durante el tiempo de la condena a la que habían sido condenados los dos policías, porque entiende que la denuncia falsa contra Sonia Vivas la realizó Puigrós en condición de persona particular y no como policía.
En su promoción, la de 2004, Sonia Vivas fue la única mujer entre noventa hombres. Su primer y único destino en la Policía Local de Palma de Mallorca fue la Unidad Nocturna, y más concretamente, la sección Motorizada Pesada. Ella era la única agente mujer en moto que patrullaba por las noches las calles de Palma. Pero había compañeros a los que les molestaba que Sonia tuviera la misma consideración que ellos. “El acoso comenzó a los dos años de entrar en la Policía Local. Unos cuantos compañeros empiezan a insultarme, a reírse de mí por ser lesbiana. Y así empezó a ser una cuestión diaria el tener de soportar esas burlas”, cuenta Sonia a Público.
Recoge la sentencia del Supremo, que confirma el fallo de la Audiencia Provincial de Palma de junio de 2018, que: “ambos acusados de común acuerdo, especialmente Puigrós y en menor medida Juan, movidos por su odio y desprecio a la condición homosexual de Sonia Vivas, y convirtiéndolo en la forma habitual de relacionarse con ella, realizaban hechos tales como apodarle y llamarle “tijeritas”, llevarse la mano a los genitales con actos obscenos, hacer chistes de homosexuales en su presencia para que ella los oyera, mofarse de ella. Puigrós se ponía un calcetín en la entrepierna haciendo referencia a los genitales masculinos”.
El acoso sufrido por esta mujer fue más allá de las humillaciones constantes. Además de insultos y otras tropelías, como pincharle las ruedas y arrojar huevos contra la moto, Sonia se vio envuelta en un turbio asunto que pudo costarle a ella, la denunciante, la cárcel. Cuando la Fiscalía comenzó a investigar, en 2012, la trama de corrupción en Palma, a raíz de detectarse que desde el ordenador de un alto cargo del PP se habían enviado presuntamente las preguntas para el examen del ascenso a suboficiales de la Policía Local, Sonia Vivas decidió contar lo que sabía sobre la mafia policial.
Denuncia falsa contra Sonia Vivas
“Decidí colaborar por honradez. En el cuartel era vox populi que la droga incautada se convertía después en sal, ¿qué pasaba con esa droga después?”, pregunta Sonia. Cuando sus compañeros se enteraron de que había denunciado algunos hechos relacionados con la mafia policial que ya se estaba investigando y que había denunciado también el acoso que sufría, decidieron darle un escarmiento. Según ha quedado acreditado, ambos acusados idearon un plan para hacer parecer a Sonia culpable de un intento de agresión a un detenido. “Echaron mano del cuadrante y señalaron un fin de semana que yo había trabajado. Se inventaron que yo había maltratado a un detenido y el asunto prosperó”. Vivas se enfrentaba a cuatro años de cárcel por un delito contra la integridad moral; incluso se llegaron a incoar diligencias previas. Pero el proceso puso de manifiesto la falsedad de los hechos y de los testigos. “Cometieron un error. El sábado que ellos decían que me habían visto intentando agredir a un detenido yo no trabajé, aunque en el cuadrante no constaba, porque mi pareja se había sometido a una intervención quirúrgica y yo tenía permiso para estar con ella”, explica.
En cuanto a la connivencia de sus superiores con los ya condenados, Sonia Vivas explica que “se reían cuando escuchaban que me llamaba “la bollera” o “la tijeritas”. El ambiente era irrespirable. Hay gente buena en la Policía, por supuesto, pero hay muchos homófobos, muchos”, concluye.