

La violencia machista se ceba en nuestros cuerpos de mujer de manera constante. Pero la atrocidad de lo que nos hacen, no es suficiente motivo para que el Sistema elabore un discurso que nos defienda de las atrocidades.
En realidad, es todo lo contrario, pues ceden su altavoz mediático a los violentos. A los que golpean con palabras y negativas, la verdad de nuestro genocidio. Esos mismos que niegan también el de los judíos en los campos de concentración nazis.
La cooperación entre los medios de comunicación de masas y el discurso de odio, es flagrante. Y eso tiene que ver con el hecho de que en realidad en España y en el mundo, mandan las grandes empresas y las multinacionales. Fondos económicos que prefieren un discurso ultra que expulse a las libertades hacia los márgenes sociales. Una forma terrible de entender la ley de la evolución de Darwin.
Desde que empezó el año, y que conste que odio poner el contador de las violencias contra nosotras a cero, se han sucedido diez asesinatos. Cabe decir que solo la mitad de ellos, son considerados como tales en las estadísticas. Y eso sucede porque solo cuentan como víctimas aquellas mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas varones. El resto no se cuenta. No se nombran. Ergo, quedan fuera de recuento todas las mutiladas por desconocidos u hombres con lo que no tenían o tuvieron una relación sentimental. Los números, de ser reales, hablarían de una vergüenza social inenarrable.
Pero yo quiero nombrarlas a todas y también poner luz a la forma brutal en que fueron barridas de este planeta. Pues en el modo de arrasar con ellas se puede ver el odio y la misoginia. Esa ideología machista que nos quiere doblegar a la fuerza y que cuando no lo logra, desata toda su furia para borrar nuestra desobediencia.
Por ese entramado de ideas Alicia recibió un tiro en el pecho. Laura fue apuñalada. Conchi destrozada con un hacha. Cristina fue ejecutada con un tiro en la nuca. Benita apaleada y tirada a un contenedor de basura. Ana, Flora y Margarita acuchilladas. Y Florina apaleada y tirada a un rio.
La violencia contra nosotras no cesará mientras se permita negarla para hacer con ella una herramienta electoral como otra cualquiera.