

Tras años de juicios, recursos y procesos, esta noche han acabado por detener a Pablo Hàsel. Las redes se han inundado de mensajes que ponen sobre la mesa una realidad doliente por cierta: que el discurso de odio es permitido y que está institucionalizado y normalizado, en esta España de anormalidad democrática plena.
Los policías encargados del dispositivo, no solo se lo llevaron a él, sino que arrasaron sin saberlo o a sabiendas, con una parte importante de la democracia por la que lucharon a sangre y fuego nuestras abuelas y abuelos.
Los acontecimientos se mueven rápido en un país que se encuentra parado, debido a los distintos confinamientos que están en vigor en gran parte de su territorio. Pero la pandemia no impide que todo se fulgurice, que todo se apresure y se salga de madre.
En escasos días, el Sistema ha dado muestras de hacia dónde está apuntando.
Esta semana Cristina Cifuentes ha salido indemne de un juicio por usar un título de master falso. Titulación que alardeaba de poseer y que falsificaron para ella su empleada y una profesora que ahora irán a la cárcel. Algo que demuestra que en la justicia no pagan los dueños, pero sí los lacayos.
En ese mismo proceso Cifuentes tuvo como perito a Hellín. Un asesino condenado y fugado de la cárcel por acabar, a tiros, con la vida de Yolanda González en lo que fue un crimen político de la transición esa que dicen que es modélica.
Además, la Falange ha encontrado un hueco en el Parlamento andaluz. Y los bilis han aterrizado en Catalunya, teniendo que comerse el marrón que da como resultado la mezcla del azul con el naranja de ciudadanos y peperos.
España se polariza hasta extremos inimaginables y mientras detienen a Pablo, arrestan también la libertad artística, las palabras, la ironía, las verdades y los versos. Al tiempo que en Madrid salen a la calle, en manifestación, los nazis.
España se polariza porque los dueños del mundo la están polarizando. Pues las guerras no se hacen como antaño. Las guerras de ahora las libran los mercados y el mercado prefiere el fascismo porque le hace el trabajo de purga social que viene necesitando.
Pablo representa el triunfo de un sistema que nos deja elegir entre vivir de rodillas o encorvados, pero que no permite que hablemos y arremete si no nos quedamos callados.